La miel, durante el proceso de extracción mecánica, siempre tendrá una interacción con el aire y se atrapará de forma microscópica haciendo una amalgama de miel y aire. Si la dejas descubierta, también extraerá agua del medio ambiente y muchas veces elevará la humedad óptima de la miel por este descuido.
El segundo proceso - deseado e inevitable de la extracción de miel, debe ser la sedimentación que, por mecánica física de densidades y la misma gravedad, harán que lo más liviano- cera, aire, propóleos y polen, inicien una lucha para subir por su ligereza y la miel bajar por su alta densidad. La espuma después de la extracción es una joya de nutrientes y propóleos que las diminutas partículas del aire facilitaron para elevarlas a la superficie. Las proteínas también tienden a subir con esta espuma por la baja resistencia o poca tensión de superficie y por ello, es que las mieles más obscuras tienden a generar más espuma.
Pero la espuma y partículas de aire en la miel deben de, en algún momento, balancear fuerzas entre densidades, cristalización y gravedad y por ello, debe de dejar de hacer espuma. Es cuando la espuma se sigue generando en la miel, que debemos de alarmarnos puesto que este “gas” o aire, muchas veces es el efecto de la fermentación (podredumbre) de la miel y los gases que ya se generan por reacciones químicas y no por consecuencia de las acciones mecánicas en el proceso de extracción que debe de preocuparnos